Slack y la lección de negocio que nació del fracaso

¿Sabías que Slack nació de un fracaso? Te cuento la increíble historia detrás de la herramienta que está cambiando nuestro trabajo en equipo.

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Oscar Rincon
20 de agosto de 2025
4 min de lectura
Slack y la lección de negocio que nació del fracaso

Hace unos días instalamos Slack en Checkeados.

Como muchas empresas, veníamos arrastrando el caos de los WhatsApp grupales, correos perdidos y conversaciones fragmentadas por todas partes. Era hora de dar el salto a algo más profesional.

Pero lo que me sorprendió no fue la herramienta en sí (que aún estamos implementando), sino la reacción de mis compañeros gerentes cuando les conté sobre la empresa detrás de la aplicación.

"¿Slack empezó como un videojuego?" me preguntó uno, incrédulo.
"No tenía idea de esa historia" comentó otro.

Me di cuenta de que, como muchos de nosotros, usamos herramientas todos los días sin conocer las historias increíbles que hay detrás. Y créeme, la de Slack es una de esas que te hace reflexionar sobre el emprendimiento, los fracasos y las oportunidades que a veces están justo frente a nuestros ojos.

Un sueño llamado Glitch

Corría el año 2009 y Stewart Butterfield, el mismo que años atrás había cofundado Flickr, se embarcaba en su siguiente gran aventura: un videojuego online llamado Glitch.

Era ambicioso, creativo y diferente. Tenía detrás a un equipo brillante, inversionistas que confiaban en la visión y años de trabajo.

Pero había un problema: el mercado no respondió.
Por más tiempo, dinero y talento que invirtieron, el juego nunca alcanzó la tracción necesaria. En 2012, Glitch cerró sus puertas.

Para muchos, ese era el final de la historia.
Un fracaso más en la lista de startups que no lograron despegar.

La herramienta invisible

Lo curioso es que, mientras intentaban levantar Glitch, el equipo había creado una herramienta interna para coordinarse mejor.

Era un simple sistema de comunicación que reemplazaba los correos eternos y las cadenas de mensajes desordenadas.
Un chat que centralizaba todo lo que pasaba en el equipo.

No era el producto estrella.
Era solo la forma en que trabajaban.

Pero funcionaba tan bien que, cuando el videojuego murió, alguien se dio cuenta de algo:
"El juego fracasó… pero esta herramienta podría cambiar cómo trabajan los equipos en todo el mundo."

El renacer desde las cenizas

Así nació Slack.
Un proyecto que no estaba en los planes, pero que aprovechó lo único que había quedado en pie: un sistema de comunicación tan simple y útil que el propio equipo no podía dejar de usarlo.

Al inicio no había estrategia de marketing, ni equipo de ventas, ni grandes campañas.
Había solo un producto que resolvía un problema real.

Y lo liberaron al mundo.

De 8.000 a 50.000 usuarios en semanas

La propuesta era clara: Slack se podía usar gratis bajo un modelo freemium, y los equipos solo pagaban si necesitaban funciones avanzadas.

La adopción fue casi inmediata.
En pocas semanas, pasaron de 8.000 a 50.000 usuarios activos.

¿Cómo lo lograron?
Porque cada persona que probaba Slack invitaba a sus compañeros.
Y esos compañeros invitaban a otros.

Era viralidad pura.
No necesitaban un CMO, ni un equipo de ventas, ni un presupuesto millonario para publicidad.

El producto se vendía solo.

El CAC más bajo de la industria

Mientras otras startups quemaban millones para adquirir clientes, Slack redujo su CAC (Costo de Adquisición de Cliente) a casi cero.

No porque hubieran inventado una fórmula mágica, sino porque habían entendido algo fundamental:
cuando tu producto resuelve un problema real de forma impecable, tus clientes se convierten en tu canal de ventas.

De fracaso a unicornio

En menos de dos años, Slack alcanzó una valuación de más de US$1.100 millones.
Un fracaso convertido en unicornio.
Una herramienta secundaria que terminó siendo el negocio principal.

Una muestra de que a veces el éxito no llega por el camino que planeamos, sino por el que descubrimos en medio de la adversidad.

La enseñanza para emprendedores y pymes

¿Cuántas veces nos aferramos a un proyecto que no funciona, sin darnos cuenta de que la verdadera oportunidad está justo al lado?

Slack nos recuerda que:

  • Fracasar no siempre es el final. Puede ser el inicio de algo más grande.

  • Escuchar al cliente es la mejor inversión. Cada ajuste que hicieron al producto vino de la retroalimentación real de usuarios.

  • La viralidad puede reemplazar la publicidad. Cuando la experiencia es tan buena que la gente la recomienda, el marketing se paga solo.

  • Gestionar bien tu flujo de caja es vital. El equipo de Slack pudo detener a tiempo la sangría financiera de Glitch y redirigir sus recursos hacia algo que sí funcionaba. Ese control marcó la diferencia entre desaparecer y renacer como unicornio.

Reflexión final

Slack no nació del éxito de una gran idea.
Nació del fracaso de un videojuego.

Pero ese fracaso dejó una semilla: la de un equipo que, al buscar trabajar mejor, creó una herramienta que hoy usan millones de personas en todo el mundo.

Mientras escribo esto desde nuestro nuevo workspace de Slack en Checkeados, no puedo evitar sonreír pensando en todas las herramientas "secundarias" que quizás estamos subestimando en nuestras propias empresas.

Y recordando siempre que, en finanzas, la verdadera ventaja no está en nunca equivocarse, sino en reaccionar rápido y con claridad cuando algo no funciona.